Primera etapa: Desde las calderas de Azores a los picos de los Glaciares
Por Marcos López y Víctor Melo
Imágenes: VC. Mapas: Google Earth
Es terriblemente difícil tratar de atrapar en palabras lo que se vive en un viaje tan sensorial. Cuando planificamos esta aventura jamás imaginamos que sufriríamos un desborde contante de los sentidos. Tanto que, al regreso, tardamos varios días en recuperar las energías o más bien, despertar de un sueño. Salimos de amanecida desde el aeropuerto de Gando en Gran Canaria. Un vuelo de Binter, en código compartido con nuestra compañía Sata, nos trasladaría hasta Madeira para saltar luego a Punta Delgada en la isla de San Miguel en Azores. Esta compañía de bandera portuguesa es las opción más razonable en la actualidad para alcanzar los EEUU ya que enlaza Gran Canaria con Boston, vía Azores, por algo más de 600€ en pleno agosto.
San Miguel, la isla de las calderas
Las islas Azores son el archipiélago con las islas más jóvenes de la región de la Macaronesia (con excepción de la isla de El Hierro 1m.a). Según los geólogos se han formado hace unos ocho millones de años. La isla de San Miguel en Azores fue la primera escala de nuestra expedición. Tiene tres zonas volcánicas activas. Al oeste se encuentra la Caldera de Sete Cidades en su interior el cráter está cubierto por dos lagunas la Laguna Verde y la Laguna azul su nombre obviamente procede de la tonalidad de sus aguas. La vista es espectacular rodeadas por escarpadas laderas cubiertas de vegetación. En el centro de la Isla se encuentra la Caldera del “Lago du fogo” o Lago del fuego donde tuvo lugar la última erupción histórica acaecida en la isla de San Miguel. Al Este de la Isla se encuentra la Caldera de Furnas donde la actividad geotérmica es muy visible. Es un lugar muy pintoresco puesto que los habitantes de esta población aprovechan el calor remanente del volcán para cocinar. Han excavado distintos hoyos en las zonas de mayor actividad geotermal donde meten los calderos.
Tras unas 6 horas los recogen y los degustan tanto a nivel particular como en los distintos restaurantes de Furnas. Otro aspecto curioso es probar el agua de las numerosas fuentes que captan el agua de manantiales termales que rodean esta curiosa población. Llama la atención el sabor del agua de las fuentes públicas de este pueblo unas sulfurosas, otras con sabor metálico por su alto contenido en hierro y hasta las hay con paladar burbujeante similar al de la tónica debido a su alto contenido en gas. Es muy recomendable perderse por sus calles y observar como por doquier aparecen diferentes columna de vapor, riachuelos burbujeantes y pequeños lagos termales cuyas aguas están en ebullición constante.
Boston, nuestra entrada a EEUU
El día 2 volvemos a tomar el avión para dirigirnos a la ciudad americana de Boston nuestra puerta de entrada a EEUU. El Aeropuerto Joao Paulo de Punta Delgada, en la isla de San Miguel, es el principal nodo de nuestra compañía Sata que utiliza Azores para conectar con algunas ciudades de Norteamérica, con Canarias y con las principales ciudades europeas. El servicio a bordo es razonable aunque no esperes grandes lujos a bordo. Los trámites de entrada a EEUU se han agilizado bastante y se respira menos recelo en los controles de aduana que hace algunos años. La ciudad de Boston fue fundada en 1632 por colonizadores puritanos ingleses. Es una de las grandes ciudades de la costa Este de Estados Unidos con un importante centro económico y más de 4 millones de habitantes. Boston, perteneciente al estado de Massachusetts, es una urbe amable con el visitante y respira un aire de ciudad saludable nada más llegar. La ciudad se integra perfectamente con el mar gracias a los extensos paseos ajardinados al borde de las riberas y ensenadas.
Saltamos a Seattle, la ciudad de Boeing
Tomamos un vuelo con la compañía Delta que, con escala en la ciudad de San Lake City, nos llevaría 7 horas más tarde hasta Seattle. Seattle es conocida entre otras cuestiones por ser la principal constructora de aviones Boeing que genera gran parte del poderío económico. Pernoctamos en las proximidades del aeropuerto de Sea-tac una urbe que toma su nombre de la combinación de las ciudades vecinas de Seattle y Tacoma. Allí empezamos nuestra aventura por carretera que nos llevaría a internarnos el más profundo noroeste de Estados Unidos. 400 kilómetros por delante en dirección a Spokane para desde allí alcanzar nuestro primero objetivo: el PN de los Glaciares en Montana.
Durante este tramo por carretera fue muy llamativo observar cómo iba cambiando el paisaje pasando de frondosos bosques a verdaderos desiertos con pequeñas tormentas de arena y arbustos rodando sobre el asfalto que le daban un toque al más puro estilo del lejano Oeste. Tras el descanso en Spokane y con las energías renovadas tomamos nuevamente la carretera para hasta Columbia Falls. En el recorrido atravesamos el estado de Idaho pasando posteriormente al de Montana donde se encontraba nuestro destino en la pequeña Columbia Fall. Este apacible pueblo sería nuestro cuartel general para descubrir el inmenso PN de los Glaciares que se encuentra a escasos kilómetros.
Parque Nacional de los Glaciares, columna vertebral del mundo
El Parque Nacional de los Glaciares es considerado una de las joyas de la geología mundial. Su nombre obviamente se debe a un marcado carácter alpino donde los glaciares han realizado una intensa labor de modelado del paisaje a lo largo de millones de años. Sus valles combinan interminables arroyos, ríos serpenteantes que mueren en lagos de frías aguas cristalinas. En su territorio podemos observar numerosos accidentes geológicos en especial un cabalgamiento de montañas único en el mundo en la falla de Lewis. Hace aproximadamente 150 millones de años, la colisión de las placas de la corteza terrestre en lo que era entonces el borde occidental de América del Norte dio lugar al inicio de los procesos de formación de montañas interiores. En Waterton-Glacier International Peace Park, observamos el resultado de fuerzas masivas levantando una losa de roca de varias millas de espesor. El Cabalgamiento de la falla Lewis es una importante evidencia de los eventos tectónicos que crearon las montañas Glaciar y Waterton. Como resultado de la elevación, las fuerzas erosivas se aceleraron y en varios millones de años retiran las capas superiores de material, exponiendo las formaciones rocosas actuales. Las escarpadas montañas y una gran masa forestal que le ha llevado a ser plato natural de grandes producciones cinematográficas de Hollywood o conocidos anuncios de Marlboro.
Descubrir este parque supone un verdadero arrebato para los sentidos. La «columna vertebral del Mundo» es el nombre de la tribu Blackfeet dio a este lugar. Cuando te pierdes por su valles puedes observar a tu alrededor ingeniosas creaciones de la naturaleza: paredes verticales, glaciares, valles interminables, frondosos pinares y picos, montañas y cordilleras que se pierden en el horizonte en un desafío constante a la gravedad. Los gestores del Parque Nacional de los glaciares han diseñado una inteligente red de transporte gratuito que mediante pequeñas guaguas te puedes desplazar a cualquier punto del parque. Son especialmente recomendables si pretendes disfrutar del senderismo en este enclave espectacular. El Parque Nacional de los Glaciares es compartido casi a partes iguales por Estados Unidos y Canadá. Si tienes tiempo y puedes disponer de varios días es muy recomendable atravesar el parque comenzando en Columbia Falls dirigiéndose al norte hasta alcanzar la frontera de Canadá unas horas después. Para ello cuentas con uno de los caminos de montaña para paseos en coche más espectaculares del mundo: Going-to-the-Sun, de 80 kilómetros de largo. La ruta de tres horas bifurca bruscamente la zona silvestre de 809,371 hectáreas, ascendiendo desde las cuencas del lago hasta la cumbre de la divisoria continental en Logan Pass de 2,026 metros. Es el punto más envolvente del viaje, con frágiles praderas alpinas que se despliegan debajo de peñascos afilados como dientes.
En la actualidad, existen 25 glaciares identificados en el parque, de los alrededor de 150 que había a mediados del siglo XIX. A este ritmo, los expertos creen que los glaciares homónimos del parque desaparecerán para el año 2030.
Espíritu indio en un territorio de osos
Haciendo frontera con el borde oriental del parque existe la reserva india de los “Black Feet” una de las tribus más legendarias de EEUU. En la actualidad se concentran en su mayoría en la población de Browning aunque en esta ocasión no pudimos visitarla. Entre la fauna destacan los osos grizzlis. En cualquier rincón de este parque hay carteles advirtiendo de la posibilidad de encontrarte con estos animales. Se recomienda a los senderistas que vayan equipados con un spray repelente para en caso de encontrarte con un oso no salir mal parado. Las siempre presentes y juguetonas ardillas que no son difíciles de ver en el borde de los caminos que conviven con pumas, cabras montesas, ciervos o pájaros carpinteros entre otros animales. Las montañas de los Glaciares esconden muchas historias. En la antigüedad fue recorrido por exploradores europeos, entre ellos españoles, cuyo legado queda atrapado en los topónimos como el mismo estado de Montana (montaña) dado el marcado carácter del relieve de esta región.